Mientras Sulochana Singh visitaba los asentamientos de Patiala en el norte de la India para ministrar a los recolectores de basura que viven en medio de la pobreza, observó algo que le partió el corazón: una niña pequeña acostada en un catre con miles de abejas pululando sobre su cuerpo esquelético casi sin vida.

La bebé estaba desnutrida a punto de morir y estaba llena de úlceras por presión que drenaban. Sulochana vio como la niña luchaba por respirar.

Su corazón se quebrantó por la niña y tuvo el deseo de ayudarla. A la vez, Sulochana reconocía que este asunto no era de su competencia y le preocupaba si interferir era lo correcto.

"Escuché una voz suave dentro de mí que me decía: '¿Qué harías si fuera tu bebé?'". Expresó Sulochana. "Esa voz me conmovió, le conté a mi esposo lo que había escuchado y obtuve su consentimiento para ayudar a la niña".

Sulochana y su esposo, el pastor Akash Singh, fueron en busca de los padres de la bebé y les preguntaron por qué se encontraba abandonada en ese catre. Se dieron cuenta de que la niña estaba tan enferma que los médicos habían perdido toda la esperanza en que se salvara, así que le dijeron a los padres que pronto moriría. Los padres, sin saber qué más hacer, dejaron a la bebé en ese catre para esperar a que muriera, también le prepararon una tumba.

A pesar de que muchos perdieron la esperanza, Sulochana fue persistente y les preguntó si ella y su esposo podrían llevar a la bebé a un hospital del gobierno para que recibiera tratamiento. El padre estuvo de acuerdo y juntos con la familia Singh llevaron a la bebé a la sala de pediatría del hospital. Al llegar, fueron recibidos con malas noticias.

El médico les dijo que debido a que la bebé estaba al borde de la muerte, ni siquiera podrían admitirla para darle tratamiento. Pero, gracias a las súplicas de la familia Singh al médico, su actitud cambió y decidió arriesgarse al admitir a la niña.

Llamó a su equipo y comenzaron a darle tratamiento. Con un poco de oxígeno, ella comenzó a mejorar de inmediato.

Derrepente, y de manera inesperada, la bebé dejó de respirar y el personal pensó que había muerto.

No dispuestos a rendirse, Sulochana y Akash salieron de la habitación del hospital, se arrodillaron y elevaron una oración a Dios por la vida de la bebé. Antes de terminar su oración, alguien salió y les dijo que la bebé había comenzado a respirar nuevamente. Se apresuraron a regresar a la habitación donde los médicos dijeron que iban a hacer algunas pruebas y que se sentían optimistas por la vida de la bebé.

Después de todas las pruebas, la bebé recibió tratamiento por 25 días. Sulochana y Akash permanecieron a su lado de día y de noche, haciendo todo lo posible para ayudar. Durante el día, Akash se quedaba con la bebé, y Sulochana por la noche.

"En el tercer día del tratamiento, la bebé abrió los ojos y me miró y sonrió", expresó Sulochana. "Me le acerqué, y a pesar de no tener fuerza en sus manos, me abrazó con fuerza y ​​le dije: 'Jesús te ama'. La bebé era casi un esqueleto, y cuando ella me abrazó pude sentir sus huesos. Todo la pus de su cuerpo se pegó en mi vestido. En ese momento, sentí que el Señor me había dado este bebé. Alabé a Dios por darle una nueva oportunidad de vida a esta criatura".

Después de que la niña se recuperara, Sulochana habló con su esposo y también con el padre sobre el futuro de la niña. Si los padres no podían cuidarla, ¿estarían dispuestos a dejar que Sulochana y Akash la criaran?

"Ya habíamos cavado una tumba frente a nuestra casa y habíamos dejado a la bebé en el catre para morir", respondió el padre. "No estaba comiendo nada y no había esperanza para ella". Pero ustedes llegaron en ese momento y el Señor los ha usado para salvar a la bebé. Si nos la llevamos con nosotros, no sobreviviría. Hemos decidido darles a la bebé, quédense con ella".

Sulochana y Akash se llenaron de alegría con esta bendición. Los doctores y el equipo médico les indicaron cómo cuidarla bien.

Poco a poco, la salud de la niña mejoró y comenzó a aumentar de peso. La familia Singh incluso le dio un nuevo nombre.*

Durante los siguientes años, comenzó a hablar y a llamar a Sulachana y Akasha "mamá" y "papá". 

"Teníamos dos hijos (Enosh, 18 y Phillip, 17), y ahora el Señor nos bendijo con una hija", dijo Sulochana.

Ahora, esa bebé tiene cuatro años y vive una vida feliz y saludable.

"La amamos mucho", dijeron los Singh. "Queremos que reciba buena educación y que trabaje mucho para el Señor".

* Nombre omitido por razones de privacidad

--Church of the Nazarene Eurasia